martes, 14 de agosto de 2012

Del libro: De la tierra sin fuegos, 1986. Juan Pablo Riveros nació en Punta Arenas

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(I. NATURALEZA) 

Archipiélago I 

“Sólo el tiempo más allá de los
archipiélagos.
El tiempo convertido en un horizonte
desesperadamente vacío…”
Rolando Cárdenas

Siempre el mismo paisaje barrido,
las mismas tormentas, el mismo
corte, la misma espesura de bosques
y las móviles turberas siempre las mismas.
Corazas de hielo gruñen
en el fondo de los fiordos.
En parte alguna, la ternura
de un cambio.
¡Oh, Impresión! Desmesurado Poder
de las furias naturales. Brumosos
valles perdidos en glaciares cordilleranos
y pantanos y climas inaccesibles.
¡Oh, demasiada grandeza! Desproporción
demasiado aplastante.
Costas de granito indefinibles
con su cinturón de bosques pútridos,
congregación de rocas púberes.
Pantanos, hendiduras de agua,
vastas lagunas absolutamente desiertas.

Tal
la lúgubre Grandeza,
tal
la pequeñez.

Paisaje

Hayas escalan laderas que desaparecen
en alturas de niebla.
Magnolias. Helechos
Fuertes vientos deforman la copa
de los árboles.
Soberbios témpanos en navegación,
como la vida, con absoluta precisión
a la deriva.
Canales de antojos,
adelgazándose y abriéndose
abruptamente a ensenadas pacíficas.
Canoas, cortezas cosidas
apenas. ¡Fuego de hayas!
Darwin, Enero de 1833
Altas montañas como ejes graníticos.
Deslumbre en los ángulos superiores
de las cumbres. Bendición de cascadas
germinando el canal. Ventisqueros
azules trisándose eternamente, como monjes
arrodillados en las vigilias.
Un cantil de hielo pende.
Rocas, viento,
agua en perpetua pugna.
¡Oh Autoridad Absoluta!

(III. SELKNAM)

Dawson

“Esa larga fila de Confinados
que subía a los camiones de la Armada Nacional
marchando
cerca de las doce de la noche del once de septiembre
de mil novecientos setenta y tres en Isla Dawson”.
Aristóteles España, Dawson.

También campo de concentración
de onas y alacalufes
El desarrollo de la ganadería
primó sobre todo escrúpulo.
“Es bien desagradable este
asunto de los indios,
pero qué hacer, tenemos
que extirparlos
de Tierra del Fuego y
llevarlos a Isla
Dawson”. 1

¿Prioridad? Expulsar a Onas de sus Tierras,
de sus Cielos.
“Entonces decidieron destruirlos en masa”. 2

 Asesinato sistemático financiado
por las Grandes Compañías.
“We are fully prepared for
the Indians;
in fact I have six men
doing
nothig else but keeping
them back”. 3

Stubenrauch. Mc. Rae; Mr. Bond:
expertos cazadores de indios a sueldo.”
… Popper…, Mac
Clelland… pagaban
una libra esterlina
por cada indio asesinado.
Ganancia complementaria:
cuatrocientas doce libras
esterlinas. Sam Ishlop:
Torturaba y profanaba
luego los cadáveres…” 4

Igual suma cancelaban los Pioneros por un puma,
por un par de orejas de niño o adulto.
Llenos
los campos fueguinos de onas sin orejas.
Más tarde, por algunos “de corazón demasiado
blando”, se cambió el sistema: una libra esterlina
por cada cabeza, testículo o senos,
por cada cosa Ona muerta.
Grandes cacerías en la Patagonia.
¿Derechos Humanos? ¿Derechos humanos Parada,
Guerrero, Nattino?
“Degollad a cuantos indios encuentren”. 5

“Gran edad, henos aquí, tomad medida
del corazón del hombre”. 6

 “Ninguna fiera se ha comportado
de manera tan cruel como lo han hecho
los blancos contra indios indefensos”. 7

Urgente fue la eliminación del guanaco,
envenenamiento de alimentos, ropas, baleo
indiscriminado. Fotografías.
“Questa instantánea –di alcuni cacciatori di indii
nella Terra del Fuoco- fa meglio comprendere le
misere condizioni dei fuighini e la grandeza dei
benefici loro apportati dai missionari salesiani”. 8

El resto de los onas, deportado
a la Misión Salesiana de San Rafael, en Dawson.
“Con todo, el punto clave
es conseguir
una orden por algunos
soldados
que nos ayuden a
arrinconar a
los indios y llevarlos a Isla
Dawson”. 9

“Ay de aquellos que
dominan con ejércitos
y cuya sola ley es el
poder”. 10

“… estamos moviendo
cielos y tierra
para obtener que el
Gobierno chileno
remueva a los que quedan
hacia
Isla Dawson”. 11

Misión Salesiana mal concebida
como sueño indefenso
que intenta sujetar la destrucción de la historia.
1895: comienzo Misión Salesiana:
Alacalufes, 65; Onas, 111.
Sin guanacos, ni coruros, ni nutrias,
exiliados,
los indígenas,
a cargo de misioneros que, hablando
mal el español, no conversan jamás
el Ona, tampoco el Alacalufe.
Y, a pesar de sus fuertes entradas financieras:
“Convinimos en dar una
libra esterlina
por cada indio que
enviáramos a
Isla Dawson… pienso es el
modo más
barato para deshacerse de
ellos, más
corto que dispararles…” 12

Desastrosos los resultados de la Misión:
“Su existencia en la reserva
–algo así
como la existencia de un
huérfano
en un asilo- lo(s) aproximó
a la
inexistencia… Sin llegar a
su
inexistencia total”. 13

A un ritmo catastrófico, la muerte
resolvió definitivamente el problema
de la adaptación indígena.
Y en 1911, Septiembre,
expiró el contrato de la Misión en Dawson
con un cementerio de ochocientas tumbas.
Dawson quedó a la espera.
“El campo de Compingin,
en Punta Grande, fue
‘inaugurado´ el mismo 11
de Septiembre de 1973
con sesenta detenidos de
Punta Arenas… El campo
de Río Chico funcionó
desde el 20 de Septiembre…
Hacia Enero del 74 había
allí unos 400 presos.
… el último de los
‘dawsonianos´ recuperó la
libertad en Junio de 1977”. 14

Despedida

Ahora, al terminar,
os agradezco haberme escuchado. Os he hablado
de un mundo que ya no existe: Inviernos atrás,
el Kolliot ocupó
las tierras que Taiyin, por encargo de Temáuquel,
distribuyó entre nuestras treinta y nueve estirpes:
Cada Haruwen, cada territorio, poseía un cielo,
un Sho´on. Y había tres cielos. Entonces cada
Haruwen fue ocupado, cada cielo violado.
Violación de Cielos en el Sur. El Kolliot
cercó nuestros cielos y estrellas.
Ató nuestros Haruwen a sus motivos de lucro.
Cazó, no, destruyó
a nuestros guanacos. Blanqueó de ovejas el Sur.
Se nos persiguió y asesinó. Envenenaron
al guanaco blanco para diezmarnos.
Enviaron ropas infectas para que contrajéramos
enfermedades. Hubo
una gran guerra con el blanco. Y fuimos
expulsados de nuestros Haruwen, de nuestros
Sho´on milenarios.
No hago recriminaciones
ni me lamento. Poco armonizan con nuestro carácter.
Yo estoy en paz. Les he hablado de la vida
y de la muerte. Nuestros hombres
habitaron Karukinka desde tiempos
remotísimos. Y cada río, ave o cerro
testimonian nuestro paso como petrificaciones.
Estoy alegre. No tenemos motivo para separarnos
de esta tierra con tristeza: No es Ona
la tristeza.
Llegará el día en que muera el penúltimo
Selknam. Y nadie pronuncie nuestra
lengua o sepa de Quenós,
de Cuanyip o Taiyin. Y ya nadie
hable con Temáuquel.
Sépanlo: me he atenido a la más
estricta verdad.

(III. YAMANAS)

Mar yámana

I

He aquí un canto
más hermoso aún
que una tribu de yaganes
navegando en la aurora o
más todavía,
que ese pastoreo de peces en
las santas aguas de Onashaga.
Olas de arquitectura amorosa. Lejos
de la intrusión urbana.
Oráculo de algas tranquilas y
encadenamientos infinitamente
suaves.
Leyes
casi inexistentes por su fortaleza.
Tempestades de tranquilidad
en las que divisamos desde lejos
la misteriosa pincelada del gaviotín
monja.

II

(Y te invoco, mar,
aliéntame a cerrar los ojos.
Te invito a cantar en tu nombre).

Pozo de magos amarillos y aromas
de verdes extremos. Catedral de aves
marítimas recién resucitadas.
Sacerdotes de actos purísimos
en caravana a la fecundación polar.
¡Oh, abundancia! ¡Oh, escasez extraordinaria!
Iglesia a la que entro en puntillas
para no trizar ninguno de tus peces.
Nave que acrecientas mi dicha
y frente a cuyo espectáculo
una diosa marina
despierta suavemente en mi voz.
¡Oh, abundancia! ¡Oh, soledad
apenas insoportable y necesaria!
Urgente
como un pájaro infantil en el blanco
silencio polar. Necesaria
como la tempestad, la ausencia, la dicha
inaccesible. Necesaria como el albatros
en altamar.
¡Oh, mar de las últimas bahías,
de la medusa gloriosa
y del yagán niño!

(IV. QAWASHQAR)

Qawashqar

Hicieron tierra los abismos
del mar y los pantanos del sur.
Su residencia, islas de granito
dentado y collares de fiordos,
lagos y ríos.
Nómades pequeños,
independientes, cohesionados por una canoa
de troncos. Sin jefes. Ni ciudades.
Su economía: mariscos, caza, pesca
y ballenas varadas en cualquier orilla.
Rudimentarias sus técnicas,
móviles sus fuegos protagónicos.
Expertos imitadores del vuelo de las aves,
del ronquido de las focas, de los discursos
humanos. Taciturnos,
como paisaje que esculpe un desmembramiento
de glaciares que se licúan.
Monótonos, sus cantos.

Archipiélago II

Archipiélago de Occidente.
Fiordos. Anónima Travesura.
Insignificante cordillera patagónica
de infranqueables muros verdes.
Rocas. Líquenes. Musgos.
Y en lo alto, glaciares todavía
pendientes.
Inmensas masas de carbonato
casi desnudas,
surcadas por la disolución del calcio
bajo la lluvia,
junto al sombrío granito desesperadamente
desolado.
Gigantescos glaciares
cepillan los archipiélagos.
Archipiélago,
conmovedor como un templo
a la hora de la tarde.
Hombre solitario en tu choza.
Glaciares vertiéndose directamente
al mar. Orillas siempre verdes y
hielos orando lentamente entre las olas.
Flores de azul transparencia. Semiflotantes.
Suspensos azules quebrándose
en miríadas de garzas.
Quebradura fresca, impecable, efímera.
¡Oh, noche del fondo de los fiordos
rasgadas por explosiones de bloques
inmensos! Vidrios
gigantescamente enfriados.
Blanco asombro
encallado en la complejidad
de las arterias marítimas.
Glaciares sin importancia
en las cumbres inexploradas
de las Grandes Islas.
Hombre solitario en tu choza.

(V. DESPEDIDA)

Despedida de Martín Gusinde
1923

Y entonces partí definitivamente.
Me separé de aquellos espléndidos hombres,
como recién salidos de la mano de Temáuquel.
Me alejé de la ternura de sus mujeres,
de sus formas de vivir. Acaricié,
por última vez, a los niños que
me miraron con sus caras tristes.
Mankatschen, el Hombre Captador de Imágenes,
Se va, dijo el pueblo.
“Vistas con ese aire
de imborrable melancolía
que las empaña por
dentro, como lágrimas
nonatas” 15,
dice Ronald Kay.

Este pueblo pronto desaparecerá.
Entonces, otearemos inútilmente los helados
picachos; las ondulantes canoas en los brazos
de mar o los pacíficos campamentos en los
valles abrigados. El zorro,
¡ay, nieve acunada por su peso!
se deslizará sigilosamente por el bosque
sin temor.
Ya no se agitará la multitud
en la alegría de sus juegos luego de la pesca,
ni las rocas devolverán más el eco de sus risas.
Aletearán desolados los huiros en las bahías
solitarias. Y cuando el último rayo de sol
se hunda en el Océano inmenso, no recibirá más
el saludo de despedida.
¿Dónde están, Onas? ¿Dónde
yagán manso, leve alacalufe?
¿Dónde hombres diligentes,
mujer tenaz?
¿No cogeréis más, gacela, dulce
yagana, moluscos a la orilla del mar?
¿Dónde está tu pueblo, Temáuquel?
¿Dónde tus marinos, Watauinewa?
Preguntádsela al kolliot.
Murieron de Occidente.

OBTENIDO DE: poesiasur.com. POETAS ACTUALES DEL SUR DE CHILE - Antología – Crítica – Presentación, Selección y Estudios, OSCAR GALINDO & DAVID MIRALLES – Ilustraciones de Roberto Arroyo y Ricardo Mendoza.

 Juan Pablo Riveros nació en Punta Arenas en el año 1945. En la ciudad de Concepción desarrolló una intensa actividad literaria y cultural, dirigiendo los Cuadernos Sur y Lar de Poesía, codirigiendo la revista Extremos, entre otras diversas actividades. Desde hace poco tiempo reside en Arica, donde es profesor del Departamento de Administración y Economía de la Universidad de Tarapacá. En 1980 publicó Nimia, Poemas en prosa, su primer libro, y en 1986 De la tierra sin fuegos. Este último es un extenso texto integrado por poemas, fotografías, un glosario, notas y referencias. Desde el mismo título se advierte el propósito de abordar la problemática de las diversas culturas aborígenes del Chile austral, aniquiladas durante el proceso de colonización de esta parte del territorio chileno. El libro se divide en diversas secciones que cumplen con el propósito de ordenar los núcleos referenciales dados por la naturaleza y las culturas selknam, yamanas y qawashqar, desaparecidas. El eje estructural del texto se encuentra dado, principalmente, por la identificación con el proyecto de rescate y comprensión de estas culturas realizadas por Martín Gusinde a principios de siglo, cuando las mismas ya se encontraban en proceso de extinción. Desde esta perspectiva De la tierra sin fuegos adquiere el carácter de una elegía por estas culturas, que el sujeto narrador busca comprender y valorar, pero al mismo tiempo, como plantea Gilberto Triviños, el texto opera como un palimpsesto de la historia de represión y persecución sufrida en nuestro país a partir de 1973. Este excepcional poema no sólo potencia una voz cronística de gran lirismo, sino que además acumula citas y antecedentes de las más diversas fuentes para testimoniar la veracidad histórica de los acontecimientos, de estas inexplicables y múltiples historias de exterminio. Por último, más allá de la magnificencia propia de este proyecto, la realización literaria del mismo alcanza un nivel que lo sitúa entre los textos más logrados de la actual poesía chilena.

2 comentarios:

  1. Me gustaría conocer su correo electrónico, para comunicarme con este Poeta. Yo soy un poco Historiador y escribí un Libro sobre la zona del Beagle, sus pioneros y los yaganes. Mi correo es: elcarve@gmail.com Elsio Cárcamo Velásquez

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  2. Deseo comunicarme con este Poeta Juan Pablo Riveros, mi correo electrónico es: elcarve@gmail.com

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