jueves, 23 de febrero de 2012

Año del Centenario del Partido Comunista de Chile. Por Norton Contreras

Oda A Pablo Neruda
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Poesía, alimento necesario como el aire que respiramos.
A España en el corazón. Tu canto renació en la guerra.
Bella tu obra, el Nobel no cambió tu esencia terrenal.
La lucha de los pueblos, vegetaciones milenarias,
Odas al amor. Como el pan en la mesa. Eso nos diste.
Nosotros, recibimos tu poesía, tu canto, tu verbo.
Emocionados vimos en tus palabras, vida, ilusiones.
Residencia en la tierra tu dirección. Poeta tu curriculum.
Una oda al camarada Pablo, alma poética, terrenal, estelar.
Dejaste para las generaciones futuras tu poesía militante
Al pueblo, a las gentes. Nos llega en las lluvias del sur.
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Sobre la sangre derramada
en ciudades y pueblos de la patria,
sobre pirámides de libros cuyas palabras
murieron en la hoguera,
sobre el destino truncado de los presos políticos,
de los desaparecidos, de los asesinados,
sobre las almas desterradas a tierras sin nombres,
construyó el general de mercenarios
el gobierno militar de la incultura,
la dictadura de los halcones de la guerra.
Pablo, cuando tu alma se fue
hasta las alturas de Machu Pichu,
comenzó una época terrible.
Tus palabras quedaron junto a las gente
organizando futuro.
El mismo día de tu funeral
comenzó a renacer el verbo
sobreviviente del holocausto.
Modestas mujeres, hombres de trabajo
la gente, el pueblo obrero
y el pueblo campesino,
estudiantes y cantantes,
poetas y artistas,
gritaron tu nombre,
tus versos eran un grito de combate,
bajo la mirada atenta de soldados armados.
Con llanto en los ojos y coraje en el alma,
el pueblo comenzó a cantar La Internacional.
En todo el territorio de la patria prisionera
se agitaron las almas combatientes.
Ese día pusiste en el pecho del pueblo
cuchillos que yacían enterrados.
Yaces poeta insomne,
en tu lecho de elementos terrenales,
ojos de futuro, cantos prolongados
en la historia del tiempo.
Vengo a cantar contigo.
Traigo del sur las lluvias
y las vegetaciones exuberantes,
traigo rayos y truenos
para que sembremos tempestades.
Vengo a cantar contigo,
vengo de montes y quebradas
vengo del Valle del Elqui, por esos lares
dejé el arado esperando en las semillas.
Estoy aquí para cantar contigo,
y reencender el horizonte con las palabras.
Estoy aquí, vengo a cantar contigo
Pablo, vienes desde el vientre del pueblo,
desde las profundidades de la vida,
desde socavones dormidos en lechos minerales,
desde caminos rurales por los que la brisa de los días
va besando la piel de los senderos.
Vienes desde las alturas de los andamios
con los que los obreros construyen grandes edificios.
Vienes desde las grandes ciudades
de carreteras de asfalto y cemento,
de rostros fríos, indiferentes,
ausentes como el amor en fuga.
Vienes desde el campo con olor a madre tierra
en la que los labradores depositan
semillas germinales.
Vienes desde territorios de alfareros,
manos de arcilla y greda
de las que salen ollas, jarros y vasos
como pájaros del nido.
Vienes desde mares
reflejados en la luna de tus ojos,
desde los continentes
perpetuados en los versos de tu poesía.
Vienes volando desde las alturas
de cordilleras milenarias,
testigos del paso de la cruz y la espada
testigos del paso de la sangre y el fuego
que invadieron de norte a sur nuestras tierras.
Vienes desde territorios de habitantes indomables
renaciendo en la raza templada por el fuego
de los volcanes.
Vienes desde la serenidad de las noches
silenciosas del desierto.
Desde todos los rincones de la patria,
viene tu voz, tu canto, tu poesía.
Pablo Neruda, camarada poeta,
en las grandes alamedas de la patria
cerradas aún para el pueblo,
entre banderas incendiarias y consignas,
la gente grita e invoca tu nombre.
Pablo Neruda, camarada poeta.
¡Ven a renacer en la semilla!
Desde las alturas
viene la poesía nerudiana,
en estos tiempos. Aún vital y vigente.
Trae las lluvias torrenciales del sur
en sus pupilas.
Sus pies van reconociendo los caminos,
re-bautizando las tierras con nombres y recuerdos
renacidos de los tiempos antiguos,
antes de que las botas, fusiles y bayonetas
las dividieran en regiones.
Sus pasos van reencendiendo fuegos dormidos
años centenarios, siglos milenarios.
Pablo aire y agua
Pablo fuego y tierra
Tu poesía se contiene en todos los elementos.
Tu poesía conjuga la esencia de la vida.
¡Canta, canta poeta del pueblo!
¡Canta, canta poeta de raza indomable!
Lautaro y Caupolicán cantan contigo.
¡Canta, canta poeta de los enamorados!
¡Canta, canta poeta de amantes fortuitos!
Tu poesía de corazón rebelde
canta en las voces del viento.
El pueblo hace suyo tu canto,
sus manos buscan la lámpara que dejaste encendida.
Capitanes del pueblo la encontrarán
y tu canto llevando aires de libertad, iluminará la patria
desde el norte hasta la Araucanía.
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* Del poemario en preparación: EL árbol de la vida
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