lunes, 25 de octubre de 2010

Pulgarcito y los poetas

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Por cinco días poetas de países tan diversos como Suecia y Guatemala, más algunos de identidades nacionales múltiples azaradas por los exilios y las migraciones, se reunieron en San Salvador para entregar su poesía variopinta a niños y adolescentes de toda una gama de instituciones educacionales de El Salvador en el IX Festival Internacional de Poesía El Salvador 2010. Organizado por la Fundación Poetas de El Salvador y con vasto apoyo institucional, desde la municipalidad de El Salvador a la Secretaría de Cultura del gobierno del país, este encuentro fue poético didáctico—ya que aparte de la inauguración y el cierre—los poetas recitaron en aulas diversas de planteles de varios niveles educacionales. Esta orientación pedagógica y cívica fue un componente en ocasiones emocionante para quienes ejercen, o en algún momento ejercieron la docencia. Como fue mi caso antes de tener que salir de Chile en 1975. Esta tarea presentaba a los poetas el doble desafío de buscar un contenido axiológico y cívico adecuado para niños y jóvenes y de intentar mostrarles un lenguaje para ellos nuevo que despertara su curiosidad. O ambas cosas a la vez. Algunas noches, después de la cena en el hotel Novo, en un comedor abierto a terrazas, jardines y una piscina, los poetas leían sus trabajos, y eso nos dio otro nivel de un conocimiento mutuo ya cimentado en esas jornadas de lectura. El festival se desarrolló en un contexto de incorporación de la historia y la cultura del país a través de visitas comentadas a diversos lugares históricos en la ciudad y los aledaños, a museos, instituciones, incluso el cementerio, en un parasurrealista recorrido nocturno. A la labor poético educacional se sumaba así la incorporación histórica, sensorial e incluso gastronómica del país, esta última concretizada en las cenas y almuerzos en diversos lugares de la ciudad y sus alrededores. Pero no era posible dejar de advertir la presencia permanente de efectivos armados que vigilaban los principales paseos e instalaciones comerciales, testificando la presencia de una violencia delictual que ha sustituido a los avatares de la guerra. Este fenómeno es en gran medida producto del suministro de la droga a la clientela de los países desarrollados, pero es también en parte un remanente del conflicto civil, cuyo cese desmovilizó a tropas y combatientes. Estos sectores marginados, especialmente jóvenes, sólo pueden esperar la resocialización como la única manera viable de su existencia, en un país que atraviesa por un profundo proceso de cambio social y que pareciera haber dejado definitivamente atrás el aspecto político de la violencia: la guerra civil.

Los organizadores del evento asumieron dimensiones proteicas, a veces presentando autores, a veces siendo guías turísticos, u organizando la compleja infraestructura de esos días llenos de actividades para una veintena de personas en forma paralela y en diversas localidades. Fueron compañeros de jornada y conversación, y antes del encuentro, fueron los responsables de una selección de poetas que combinaba continentes, idiomas, generaciones y tendencias poéticas, lo que a la postre redundó en el beneficio formativo posible o potencial de esa semilla que quizás se instaló en el cerebro de tantos jóvenes para quienes se leyó. La nómina de estos poetas demuestra la variedad y riqueza de los discursos poéticos que por algunos días este festival puso a disposición de los educandos de El Salvador:

Inés Blanco, Colombia; Manuel Tiberio Bermúdez, Colombia;; Florencio Quesada Vanegas, Costa Rica; Mauricio Vargas Ortega, Costa Rica; Esther Trujillo García, Cuba; Silvia Pérez Cruz, Guatemala; Manuel Arriola, Guatemala; Waldina Mejía Medina, Honduras; Francesco Manna, Italia; Roberto Fernández Iglesias, México; Jimmy Javier Obando, Nicaragua; Salvador Medina Barahona, Panamá; Marco Rodríguez –Frese, Puerto Rico; Edgardo López Ferrer, Puerto Rico; Helmut Ernesto Jeri Pabón, Perú; Henrik Nilsson, Suecia; Luis Ernesto Gómez, Venezuela; Israel Colina, Venezuela

Pero hubo algunas representaciones un poco más complejas: Silvia Cuevas Morales, de origen chileno, representó a Australia, ya que de muy joven se exiló con su familia en ese país, pero actualmente vive en España; Rina Tapia de Guzmán, representante de Bolivia, ha estado exilada en Colombia desde hace décadas; Françoise Roy, de Canadá, es una escritora quebequeña que vive en México, donde ha publicado bastamente en español, y está el caso de la autora Bessy Reyna, quue llegó como poeta estadounidense, pero es oriunda de Panamá. Yo iba como canadiense, aunque originalmente soy de Chile. Esto da testimonio de los desplazamientos y configuraciones culturales, idiomáticas e identitarias en este mundo de exilios, migraciones, desarraigos y rearraigos y de la siempre cambiante noósfera virtual que de alguna manera hace obsoletas las fronteras en lo que literatura se refiere. Hubo gran armonía entre los poetas asistentes en este encuentro, que terminamos entusiasmados y revitalizados—en el caso de los más viejos como yo—por el contacto con este pueblo acogedor, cálido y talentoso y por el entorno físico de este pequeño país a veces casi increíblemente bello.

Ya en el avión de vuelta me vine leyendo el segundo tomo de las obra poética completa de Roque Dalton—regalo de la Universidad Tecnológica de El Salvador—que en su libro Las historias prohibidas del Pulgarcito, de 1974, retoma el nombre que Gabriela Mistral pusiera cariñosamente a El Salvador; El Pulgarcito de América. Sentado junto a un salvadoreño residente en EEUU que pasa todos años algunos meses en El Salvador, pensaba en dos iniciativas surgidas de las conversaciones e intercambios entre los poetas. Alguien propuso hacer un evento poético internacional de solidaridad con la autodeterminación democrática de Palestina y una compañera me propuso trabajar hacia un encuentro o congreso de la diáspora de la poesía chilena. Y seguramente iremos sabiendo más sobre las reacciones personales de los poetas en sus respectivos contextos y geografías, si hacemos un clic en www.redyaccion.com del poeta y periodista colombiano Manuel Tiberio Bermúdez, que sabiamente nos dice "Antes muertos que perder la vida".
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domingo, 24 de octubre de 2010

Turbosílabas del poeta Leo Lobos


Poesía reunida 1986-2003

Editorial Gato de Papel. Chile

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por Antonio Arroyo Silva

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Inventar paraísos e infiernos a través de la palabra es narrar, es llevar la mente humana más allá de donde el pensamiento pueda alcanzar. Sin embargo, de la necesidad de narrar la vida de una persona surge la magia de la poesía. No se trata, pues, de fijar géneros literarios ni de dilucidar la adscripción de esta obra.

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Es cierto el tono narrativo que comenta la autora del prólogo del libro, como ciertos son el profundo lirismo que va más allá de la metafísica de manual al uso. Se trata de la vida, donde (es un hecho) está y debe estar todo el referente de la poesía, que nada dice al que no se deje llevar por la inocencia primigenia. En este punto, la intención del autor es inversa al del simple narrador: no la gran mentira expansiva de la ficción narrativa sino la verdad desnuda de todo saber ulterior al hecho de la vida misma. Aunque esta verdad sea contradictoria.

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El mismo poeta, desde el principio, nos hace una declaración de intenciones enfocada siempre hacia y por la vida. Testimonio de un trabajo –dice—que a ratos me parece puede llamarse poesía, ideas líquidas como la sangre, barcos que silenciosamente se estrellan contra la nada, delirios, augurios, amor, cartas que se escapan de la mano, botellas arrojadas al mar durante años, humo y alcohol, voces, libros, sueños, vigilias, partidos y caballos negros de ajedrez, películas, profecías, viajes, dinero, soledad, fotos y óleos, dibujos, sol y tormentas, amistad, música, palabras, signos, enigmas regresando del olvido.

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No la vida a partir de la escritura anterior, sino escribir con el cuerpo este que cargamos.

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De esta manera, despersonalizando el hecho literario, dejándolo desnudo a la intemperie del vivir, llega la palabra inaugural a la poesía de Leo Lobos. Palabra que regresa del olvido; pero llega acompañada de todos esos objetos y acciones que bordean el existir y forman parte de su aura. Palabras que con el roce de los objetos recuperan su música y fluyen como ríos de energía vital y dada su vocación líquida no renuncian a su expansión hacia el mar próximo, que no separa sino une, porque nos trasciende. No vivir vidas de ficción y derrochar energías ocultándose en el texto sino expandir la vida propia para buscar ese Uno que somos. Una idea orientalista que no parte de los conocimientos previos sino que forma el tejido de la respiración del autor: sin bien saberlo, haciéndolo bien. Asimilación, diría yo, rechazo de la batuta de la tradición literaria, ésa que se construye a base de recortes celulares para encontrar la razón del vacío.

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Si que hay una tradición que Leo Lobos recoge en su escritura, tanto de sus lecturas de Jorge Teillier, Enrique Lihn, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas… como del entusiasmo que estos autores le transmitieron en vida, el hálito de sus poéticas, ese extrañamiento y alejamiento crítico de la literatura oficialista para ahondar en un coloquialismo que les confirió mayor vitalidad a la expresión.

También hay que matizar la importancia que nuestro autor le ha dado a los grandes novelistas de ciencia ficción. Ya los escritores norteamericanos de la beat generation vieron en este género, no ya una literatura de evasión y entretenimiento, sino una búsqueda de utopías posibles o imposibles. Nova Express de William Burroughs es un ejemplo. Deleuze buscando la pulsión del rizoma en la expresión. Pero, además, tenemos la presencia de Frank Herbert e Isaac Asimov.

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La ciencia-ficción, en principio considerada un género narrativo menor por la Academia, cobra en la poesía de Leo Lobos entidad de utopía como las de Platón, Tomás Moro o Erasmo de Rotterdam. El poeta ve en ellos no la evasión romántica hacia mundos imaginarios y fantásticos, sino la presencia de unos visionarios que ven a la humanidad expandida por el universo buscando la inocencia de la cuna primera o paseando entre las dunas de su propia desolación proyectada hacia un futuro lejano, donde, a pesar de todos los obstáculos, el ser humano encontrará una salida en su propia energía vital. De esta manera, Leo Lobos no pestañea a la hora de citar a estos autores junto a los poetas chilenos, citas, por cierto, desmadejadas de toda intención academicista o postmoderna. No en el sentido que le dieron los llamados novísimos españoles de los años 80. Es su manera de que estos personajes participen en el poema-vórtice posterior. No personajes, como dice el prólogo, sino integrantes de una conversación intemporal que se extiende a los lectores. Voces corales estratégicamente situadas en el tejido epidérmico del poema. Visionario, pues, el propio poeta. De esta manera apunta al hombre de la ciudad, como un ser contradictorio (como humano que es) que unas veces se ve como un pequeño dios y otras la criatura más ínfima de la creación en toda su finitud y desasosiego, que ni siquiera se para a pensar en su infinitud

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Cuando pase nada,

y el cielo se estrelle sobre nuestras

cabezas, y entremos a empujones al

cementerio, como

vacas muertas

al vividero.

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He aquí la urbe donde el ser humano se transforma en homúnculo, que se diluye entre la multitud y se despersonaliza, donde más que la muerte realmente le aterra la vida. Es la primera muerte de la que habla el poeta, la inanición de la conciencia del uno cuyo destino es integrarse en una totalidad también unitaria. Sin embargo,

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No habrá en el

paraíso otra

muerte.

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No la habrá, desde luego, porque el ser pierde de esta manera su entidad, está perdido del decir, porque

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Cuántas veces después

de morir

has sentido ganas de vivir,

y probar qué se siente.

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Es lo que el poeta llama la muerte grande. Nótese la agilidad que producen los encabalgamientos que no sólo se dan en estos ejemplos sino a lo largo de todo el poemario. Una utilización que va más allá de lo retórico y nos sitúa en el plano de lo visual. De esta manera, por ejemplo, el cielo cae sobre nuestras cabezas o hay una disociación entre el paraíso y su concreción, pues entre él y paraíso aparece un abismamiento visual, como si se cortara el cordón umbilical entre el hombre y su deseo de trascender. Textualidad que aspira y llega a los niveles del caligrama. Es un mirar-leer, como dice Leo Lobos, es la voz que se toca. No es extraño que el poeta irrumpa en el territorio de lo visual, pues, en este sentido, esta otra faceta viene a ser no la otra cara de la misma moneda, sino dos aspectos que se intercomunican y complementan.

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A todo esto hay que sumarle ese ritmo sincopado que nos remite al jazz. Otra vez lo urbano y la forma posible de liberación de las cadenas alienantes de las grandes ciudades. Una música que procede de los esclavos rurales negros norteamericanos que acallaban sus penas con el soul y sonreían a pesar de todos sus males. Sonrisa de jazz para que el ser humano pueda recuperar la individualidad de su conciencia que una vez estuvo apegada y en consonancia con la naturaleza.

“Mirar el ojo de ese halcón y asustarse/ No del ojo, sino de su alegría”. En este díptico de El hombre de la guitarra azul de Wallace Stevens veo un resumen de lo que vengo diciendo y que Leo Lobos manifiesta de esa manera tan sugerente a lo largo de su viaje por las calles de todas las ciudades del mundo que recorre, en el poemario y en su vida. Asustarse de los sentimientos que surgen del centro de cada cual, asustarnos de mirar al espejo y ver que a pesar de todo brillamos. Miedo no de conocer sino de conocernos. Y todo porque los seres humanos observan la triangular estructuración de la vida que no dice nada a nadie descalzo de preguntas. Quizás cuando todas las palabras pierdan su sentido primero, sobrevivan los latidos eléctricos de unas sílabas cargadas de electricidad latiente de un corazón vivo que irradie energía y luz desde un lugar tan lejano como nosotros mismos.

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*Antonio Arroyo Silva: nacido en Santa Cruz de La Palma, Canarias, España, en 1957. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de la Laguna y profesor de Lengua y Literatura Española. Ha sido colaborador de revistas en papel, como Artymaña, La menstrua Alba (de Canarias), Zurgai (de Bilbao) y de revistas como la Sociedad de Escritores de Chile, Cinosargo, la Antología de Poesía Mundial de Fernando Sabido entre otras. Ha publicado los libros de poemas: Las metamorfosis (Cabildo Insular de La Palma, 1991) Esquina Paradise (El Vigía Editora, 2008) y Caballo de la luz (El Vigía Editora, 2010). En preparación tiene los siguientes poemarios: Symphonia, Marzo, Fila Cero, Poética de Esther Hughes y Casi luz. Fue 2º premio en el concurso de poesía de Granadilla (Tenerife), en 1981. Ha participado en el Festival Internacional de Poesía encuentro 3 Orillas (Tenerife 2009) y en el Homenaje de Poetas del Mundo a Miguel Hernández (junio de 2010). Actualmente es vocal de la Asociación Canaria de Escritores.

sábado, 23 de octubre de 2010

Un aporte de la mirada inédita de Sofía Rodríguez García

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Huida

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Tu baranda de llanto

recoge rabias ajenas

parados en alacranes de hongos

que de ritos etílicos

cazan baños

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Carcajadas de gusanos

liberan tu dormida

junto a la mía

en una tendencia de gimnasios,

esquina que de silbatos

revientan rostros migratorios

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Ya te vas?

en el tobogán de montañas rusas

y pepas nacientes?

En el sol que camina bolsas

y caras hinchadas?

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Vergüenza me atoras!!!

recoge mis restos

en un costal de vidrios

con guantes de estadio

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Voy a restregarme con tu barro

y botas rellenas de betún

con cintillos de niñas.

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Armario de Sombras

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El vaso de mecheros

ha sido un presagio final

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Tu vida sin la mía

en una madrugada dulce sin ropa

otros olores,

otros pechos,

otras sonrisas,

tu cabello no se encuentra

en la salida de un túnel

ni en la celda de un escaparate

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Traté de mirarte sin tocarte,

traté de obviar pequeños detalles,

en cada visita he detenido

un paso,

un círculo,

desfalleciendo,

olvidando,

pasajes, trancones

y un parque de luces

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Amanece y ya no tientan tus insultos

con llanto de poros que no sienten

en aceite o agua de duchas

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Exterminada mi alegría

extinta mi cordura

desayuno una papaya

con tinto bien cargado

para que no se olvide nunca

que ha acaecido

que ha levantado

el icopor de regalos

en encomiendas de mirones

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Ya no se pierden el zumbido

de un mosco ni la llanta de un tren

demandan como goticas de agujas

garganta de gritos

y tú sin tonada ni caprichos de sordos

cargas una licuadora sin astas

que canta sin cesar

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El repuesto tarda un poco

y la angustia se forma

irremediablemente

como tonelada de muerte

que oxida mi destierro

casualidad que ya no luce

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Sofía Rodríguez García. Colombia, 1976. Estudios de Derecho e Historia. Coordinación Taller Escuela de pensamiento Latinoamericano Año 1997-1998. Elaboración Talleres de literatura en barrios populares con POECP (proyecto organizativo de educación y cultura popular) 1997-2001.Organización Talleres de literatura Asociación de desplazados “Avanzar” (2000-2001). Realización de Talleres creación colectiva asentamientos en Bucaramanga POECP (Santander-Colombia) 1999- 2003. Atención DDHH y capacitación población carcelaria (2003-2006). Proyectos culturales en zonas rurales 2006-2009.

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Creadores Latinoamericanos de doble nacionalidad

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La Sociedad de Escritores de Chile saluda:

El IV Simposio de la serie Autores Hispanocanadienses

que esta vez versará sobre la obra

de la autora italo-argentina Margarita Feliciano.

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REFLEXIÓN

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Creer sencillamente
que el silencio contiene
una boca de fuego
donde se halla el espejo
de un mar apaciguado.

Creer sencillamente
que este beso perdido
es fuente inacabable
de luz escueta y pura.

Creer sencillamente
que todas tus palabras
edifican constantes

murallas transparentes
que recuerdan las barras
de una jaula de vidrio.

La noche determina
el cuadrado de luz.
Tu mirada se esparce
en el cuidado entorno.

Tus pupilas se rinden,
ensimismadas buscan
el fuego de tus labios
granizados de blanco
contra un rojo expansivo

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SALIDA

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A veces nos atrae hacia la tierra
aquello más recóndito del alma,
esa roja amapola en los trigales,
la luz perdida que vuelve a renacer.

A veces, sólo a veces en la vida,
contemplamos el paso de los astros,
momentos en que fluye la ternura
de un ruiseñor en el jardín sagrado.

Yo sé que te has dormido en el instante,
que ahondas en el tiempo intermitente,
moviéndose en las cosas cotidianas
que avanzan de puntillas en la tarde.

Estandartes que saltan al vacío,
que desnudos se mecen y flamean,
se doran a la orilla de tu sueño
en el ramaje oscuro de la noche.

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MARGARITA FELICIANO destacada poeta, crítica y traductora literaria de origen ítalo-argentino, radicada en Canadá desde 1969. Fundó el programa en traducción español-inglés / inglés-español de Glendon College, York Universtiy. Es la actual directora de Celebración Cultural del Idioma Español, fundada en 1993, entidad que organiza anualmente “El Festival de la Palabra y la Imagen”. Poemarios: Ventana Sobre el Mar / Window on the Sea, 1981; Circadian Nuvolitatis, 1986; Lectura en Málaga, 1995; El Portal de la Sirena / The Mermaid's Gateway y Viajes y Rodajes / Break-in Voyage, 2008. Imantado Destello aparecerá en 2010. En 2006, funda ANTARES Publishing House of Spanish Culture, la primera casa editorial trilingüe (español/inglés/francés) dedicada a la publicación de obras de carácter creativo o académico ubicada en Glendon College, York University. Una de las publicaciones es la antología “ANTARES 2009, Creatividad Literaria y artística / Créativité littéraire et artistique / Literary and Artistic Creativity”, que reúne la obra de 33 creadores hispanocanadienses de Ontario. Recientemente recibió la mención de formar parte del grupo de “Las Diez Personas Hispanas de Mayor Influencia en Canadá”.

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viernes, 22 de octubre de 2010

De Eugenia Prado Bassi

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Objetos del silencio / 2007

Novela, Editorial Cuarto Propio, Octubre 2007

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por Diego Ramírez

Poeta

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La escritura de Eugenia Prado habla desde la imposibilidad de la palabra. La palabra cercada, todos estos secretos de infancia son una historia apenas revelada por la confesión, la letra, el epistolario familiar, por el desborde de la escritura. En contraposición a ese no decir, aparece esta revelación que nombra estos “pequeños cuerpos habitados por una lengua”, que se atreve a nombrar desde la multiplicidad de voces y sujetos que entrecruzan e intervienen el discurso de lo silenciado. Aquí aparece la denuncia y el arrojo de trazar esas declaraciones sobre los márgenes de la palabra y por sobre la clausura de estas bocas, rescatadas por la autora desde su propio registro y que operan como marca, como una cicatriz permanente del recuerdo, articulando un testimonio desde el amor y desde el miedo. Los “aterradores objetos” de esta novela están inscritos desde el reclamo del cuerpo amordazado por la histeria del deseo. “¿Qué haces que siento que me muero?” de ese amor (terrible) que debe habituarse al encierro. Los primeros deseos que crecen en ausencia de las madres, en ausencia de la autoridad que castiga. En este libro, todos son víctimas y cómplices, todos están instalados como resistencia contra el horror de volver a enmudecer. La novelística arriesgada de Eugenia Prado desafía todas las formas de género al plasmarse en fragmentos de poesía, documentos, bibliografía, discursos; exigiéndonos una lectura desde esa deconstrucción, para poder dimensionar la significancia radical y la inscripción estética de esta propuesta.

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(Fragmentos)

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Qué me haces que siento que me muero…

a mis nueve, tú tenías once, eras de los hermanos el mayor.

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Qué me haces que siento que me muero, que me agoto y ya no puedo levantarme y la luz de la mañana me encandila y me pone tan triste, ¿qué me haces, cuando éramos tan niños? ¿por qué me duele ahora la idea que me sitúa como presa única de tus movimientos feroces?, ¿por qué me besas?, me besas tanto, ¿por qué lo haces con tanta insistencia? ¿por qué me tocas?, me chupas tanto, que casi me gusta cuando lo haces y la costumbre a tus hábitos me obliga a soñarte, te sueño en pesadillas con los ojos brillantes, repasando cada movimiento que me vulgariza de tu hostilidad, ahora de crecido entiendo lo que hacías, sé que poco a poco fuiste poniéndome todo esto en la cabeza, aún así te atreves a negarnos, niegas el placer del primer día, de nuestro primer día, y yo sin poder entender cómo podrías no privilegiar entre tus recuerdos el momento exacto de ese día, cuando tú y yo, atrapados frente al espejo, enceguecíamos bajo la fuerza de extrañas imágenes, pero todo cambió de un momento a otro y pude ver cómo te instalabas en mí con inesperada certeza, me revelaste el secreto de la verdadera fuerza, ese primer día, tú y yo nacíamos para la vida, descubriendo sueños que revolotearon en nuestras cabezas, sueños de cuerpos conmovidos, anticipando los deseos que dibujarían el cómo iría dándose todo entre nosotros, pronto nos amamos sin escape, confundidos y desnudos, repletos y cercados, nuestros cuerpos crecieron, mas uno siempre escapaba indistintamente bajo el consentimiento de una suerte de misterio…

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Criaturas de Dios

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Algo más crecidos, juegan los niños sus experimentos. Despierta el más pequeño sus excitados juegos, las nuevas formas, los descubrimientos. Amanecidos los graves apetitos el mayor tarda. Duerme. Traspasar distancias. Desde lejos. Gruñidas sus doloridas ganas, su furia avanza. Entonces, empujar las ropas y salir furioso. Cama abajo y desgreñado. Enloquece. Muy noche, un cachorro corre y con apenas verlo se revuelca. Salta. Ladra, sus esforzados pelos, sus maliciosas ganas. Correr descalzo los sofisticados hábitos, cuando él, su furia empuja, patea y jala. Tiembla su placer largo, lento, y le pide sus perdones. Entonces, las estimulantes cercanías, los gemidos sordos, cuando excitados muerden, corren y hasta se revuelcan. Agitadas las orejas el cachorro amansa sus ladridos. Abiertas sus patas se resfriega y le pide sus caricias. Desatados los movimientos disfrutan a tirones. Entrecortadas risas, y otra vez el animal gimiéndole de vuelta. Las esparcidas ganas. Su fina raza. Agitado el amo de gemir sus babas. Se moja. Lame los enmarañados pelos avanzados de experiencias. Al escuchar los gritos el mayor despierta. Sale. Se arrima. Morder felices. Suavemente revolcarse de juegos encendidos y de olores sofocantes. Perturbados crecen. Contagiados de gritos y gemidos el animal muerde, lame, sus manchados cuerpos.

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Eugenia Prado. Diseñadora gráfica de la U. Católica de Chile. Autora de: El cofre (Ediciones Caja Negra) 1987. Cierta femenina oscuridad 1996 y Lóbulo 1998 (Editorial Cuarto Propio). En 2004 presenta Hembros: Novela Instalación, montaje que contó con apoyo del Consejo de la Cultura y de las Artes estrenado en el Galón Víctor Jara. En enero de 2006 presenta Desórdenes Mentales, obra de teatro dirigida por Alejandro Trejo. A fines del 2007 publica Objetos del silencio también en Editorial Cuarto Propio.

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martes, 19 de octubre de 2010

Jaime Svart: Desde su Región a Latinoamérica

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La presentación del libro en griego de los Versos Sencillos, de José Martí, recibió magnífica acogida del público durante su presentación ayer en el Complejo Cultural Technópolis de Atenas. La obra fue traducida por el chileno Jaime Svart y la griega Ana Karapá y forma parte del esfuerzo de la Sociedad Cultural José Martí en Grecia para dar a conocer al más universal de los cubanos.

Jaime Svart, Chile, poeta, profesor de castellano y literatura Latinoamericana.

sábado, 16 de octubre de 2010

Vargas Llosa y el Nobel



Carlos Angulo Rivas*

Conocida por todos la posición político-ideológica de Mario Vargas Llosa, sobra discutir el otorgamiento del Premio Nóbel de Literatura 2010 a su persona, refiriéndonos exclusivamente a su militancia actual de vocero hispano hablante del neoliberalismo, la globalización y la explotación inmisericorde del mundo de los pobres denunciada, inclusive, por Juan Pablo II como el “capitalismo salvaje.” Si merece o no merece el Nóbel de Literatura 2010 es la pregunta o interrogación de fondo, sobre todo luego de haber sido nominado a este galardón durantes los últimos 26 años de manera consecutiva, insistente y cargante; y, además, siempre apoyado por sus amigos y un lobby internacional de grupos de poder ajenos a la literatura.

A mí, personalmente, me sorprendió el anuncio de la Academia Sueca en dos aspectos principales: primero, por dárselo a un escritor profesional controvertido, impugnado y combatido en el ambiente intelectual ecuménico y enterado; y segundo, por un detalle difícil de digerir en términos literarios: se otorga el galardón al autor peruano, de 74 años de edad, “por su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes mordaces de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo." Una explicación poco convincente o tal vez una definición un poco rara, cuya indudable raíz política, sin referencias a la obra escrita del autor premiado, no tiene precedentes en la historia. Así doblemente sorprendido, confieso con sinceridad mi aturdimiento y la confusión frente a una mezcolanza de opiniones celebrantes, henchidas de rústico nacionalismo cuando el autor premiado rechaza por escrito, cuantas veces puede, todo sentimiento de patria. Sin embargo, como de toda confusión emerge la luz, trataré en lo posible de esclarecer y de esclarecerme a mí mismo donde termina el escritor Mario Vargas Llosa y comienza a actuar y escribir el político.

Una revisión a los Premios Nóbel de la literatura latinoamericana, nos muestra la enorme diferencia acerca de las tesis o enunciaciones tenidas en cuenta en la premiación. A Gabriela Mistral “por su poesía lírica inspirada en poderosas emociones, haciendo de su nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas del mundo latinoamericano en su integridad.” A Miguel Ángel Asturias “por sus vívidos alcances literarios, enraizados profundamente en los rasgos nacionales y las tradiciones de los pueblos originarios de América Latina.” A Pablo Neruda “por una poesía que con la acción de una fuerza elemental mantiene y conserva vivos el destino y los sueños de un continente.” A Gabriel García Márquez “por sus novelas e historias cortas, en las que la fantasía y el realismo están combinados en un riquísimo mundo de imaginación, donde se reflejan la vida del continente y sus conflictos.” A Octavio paz “por una escritura apasionada de amplios horizontes, caracterizada por una inteligencia sensitiva y de integridad humanista.” Como se observa, a simple vista, todas estas declaraciones están referidas a la vida y obra literaria de los autores premiados, distinción esquiva en el caso de Mario Vargas Llosa.

Una disquisición necesaria

Vargas Llosa es un escritor profesional, un narrador, un ensayista, un cronista estudioso, un periodista ilustrado con enorme acopio lingüístico, adquirido en largos años de prolífico productor de libros. Sería mentir no reconocerle cierto dominio de la técnica narrativa; y en esta trayectoria tiene el mérito de seguir escribiendo, es disciplinado, cauteloso con el lenguaje y productivo. Imposible negar en él, desde un punto de vista académico, relativos dominios del idioma castellano y su reconocida fama como intelectual y literato. A buen decir sería mezquino no reconocer los frutos logrados en más de cincuenta años de oficio como escritor. Este reconocimiento a su experiencia profesional, habiendo leído más del ochenta por ciento de sus libros de narrativa y ensayos, no me llega a convencer; y menos al aplauso fácil frente a la entrega del Premio Nóbel de Literatura 2010 porque, me parece, en ella se observa una decisión política de la Academia Sueca antes que literaria, ya que la totalidad de su prolífica obra intelectual nos deja el sinsabor de las carencias no cubiertas y de los vacíos difíciles de llenar sólo a través de laureles, recompensas y galardones, unos merecidos y otros no. Y, por supuesto, esta apreciación mía será sustentada más adelante.

Pero antes de ingresar de lleno a la valoración de la obra de Vargas Llosa, es preciso aclarar que una persona no puede estar dividida en dos, el lado positivo de escribir bien y el lado negativo de su confesión político-ideológica. Todo ser humano es una unidad donde el pensamiento y la acción convergen, van juntos y la inspiración está vinculada íntimamente a la propia identidad del individuo. Con el cuidado del estilo, la forma, el lenguaje, el poeta escribe su visión de la vida, expresa sus dolores, sus penas, sus alegrías, sus sueños, es decir, transmite su pensamiento integral en versos; en prosa el novelista es también un poeta que acomete la idea de transformar el mundo inmerso en el laberinto y el caos. Los artistas auténticos son quienes tratan de establecer un orden justo frente a acontecimientos que se suceden unos a otros, la literatura cumple el papel crítico de observar cómo va el mundo que nos rodea. Y, excepto sea un plumífero rentado o bien pagado, el escritor debe escribir bien, con claridad, lo que piensa. Vargas Llosa escribe lo que piensa y lo escribe bien, sin embargo, siendo un hombre defensor de las causas de extrema derecha en el planeta, contra los pobres, los necesitados y los indígenas; y siendo, además, un militante abanderado de los ricos y poderosos, no puede ser celebrado por la mayoría del pueblo peruano ni de Latinoamérica. Discrepo profundamente, por tanto, de quienes separan al escritor del político y realizan críticas vergonzantes como aquellas de ponderar sus escritos actuales y censurar sus ideas, cuando por más bellas que sean las formas de expresión el contenido es uno solo y transmite el radicalismo económico neoliberal, a veces de manera explícita y otras de forma subterránea. La dicotomía creada artificialmente por algunos intelectuales y escritores, arrimándose a Vargas Llosa, es inaceptable y peligrosa en los hombres y mujeres de izquierda.

El Perú no ha ganado un trofeo deportivo a celebrar de forma masiva y popular, la masa de celebrantes del flamante Premio Nóbel de Literatura 2010 ni siquiera ha leído un solo cuento del autor premiado; las clases medias se dejan llevar por la novelería y lo han leído poco; los ricos lo tienen en sus bibliotecas de adorno en los estantes, pero disfrutan en grande la celebración debido a su significado: la hipoteca del pensamiento nacional elevado a designios pontificios de un individuo escabroso en el arte de mentir en nombre de la democracia y la libertad. No se trata, pues, de sólo escribir bien y bonito, de explotar la hermosura del lenguaje, la calidad de las palabras, la sintaxis, la gramática y la concordancia; se trata también de los contenidos, los temas y los mensajes que se transmiten. Desde España, Vargas Llosa con sus libros, ensayos y artículos periodísticos, bombardea a América Latina amparado en la fama adquirida y trata de convencer a todos de las bondades de las dictaduras civiles neoliberales disfrazadas de democracia y de las libertades que sólo pueden tener los poderosos y adinerados; allí lo hemos visto y lo seguiremos viendo como activo militante en apoyo a los pinochetistas chilenos en la cabeza de Sebastián Piñera; en apoyo de la mafia de Alan García, la derecha peruana y los corruptos de todos los pelajes; en apoyo de las huestes criminales de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos en Colombia, de Felipe Calderón en México o Porfirio Lobo en Honduras, etc. Y por descontado en contra de los presidentes populares como Rafael Correa, Evo Morales llamado por él “indio acriollado”; Hugo Chávez tildado en sus crónicas de El País de “dictador caribeño” porque le viene en gana; de Fidel y Raúl Castro, Lula, Mújica. En fin, ese y no otro seguirá siendo su papel destructivo ajeno a las raíces originarias de nuestros pueblos latinoamericanos.

Dos etapas definidas

Ahora, en relación, al conjunto de su obra intelectual tenemos dos etapas definidas sin lugar a engaños. Dos etapas marcadas por la producción de sus libros. La primera, el intento de llegar a ser un novelista a carta cabal, un escritor auténtico mediante la ficción producto de la realidad vivida, la observación y la fantasía; la segunda, la del ensayista con un particular punto de vista inventor aunque desacertado, la del narrador de historias triviales, relatos ligeros y libros falsetes, narrativa más cercana a la del periodista de investigación. Mario Vargas Llosa, el escritor más joven del boom literario latinoamericano de los años sesenta del siglo pasado, se trepó al coche de la mano de los viejos: Alejo Carpentier (lo real maravilloso;) Julio Cortazar (la contra novela;) Juan Rulfo y Gabriel García Márquez (el mágico realismo.) Se hallaban allí también Ernesto Sábato, Juan Carlos Onetti, Lezama Lima y Carlos Fuentes. Con tan magníficos autores alrededor, la suerte a futuro le comenzó a sonreír desde un inicio como escritor novicio tirado a caballo por los ya notables. Coinciden con esta época la revolución cubana y el auge de la narrativa latinoamericana existencial, influida por las lecturas de Joyce, Faulkner, Hesse, Kafka, Hemingway, Camus y Sartre, en cuanto a prosa se refiere y, en cuanto a poesía, por Vallejo, Neruda, Benedetti, Brecht, Hikmet, Machado, García Lorca y Hernández.

A Mario Vargas Llosa no le faltaron virtudes, en esa primera etapa empezó relatando sus vivencias más sentidas en novelas como en La Ciudad y los Perros, La Casa Verde y Conversación en la Catedral; el escritor aquí vuelca su conocimiento de forma auténtica, ambiente y personajes, aunque todavía exista un predominio lineal en la concepción novelística, característica muy propia en los profesores universitarios. En este proceso de evidente de maduración se observa algún desorden de orden narrativo y algunas faltas de correspondencia en los tiempos verbales, sobre todo en la enmarañada novela La Casa Verde, pero el colega visto con buenos ojos por los escritores amigos inicia el despegue, ya que existe en estas obras una identificación del autor con el relato. Varios críticos literarios han considerado este período de la obra de Vargas Llosa como una intención de posesionarse del espacio neoclásico realista, difícil camino abandonado a su suerte con la producción posterior donde, sin sobresaltos ni remordimientos, la ruptura inicia su declive y decadencia literaria voluntaria, transformado a propio albedrío en un producto comercial, una fabricación editorial de éxito. No exageramos porque el cambio, mudanza o permuta, a su segunda etapa es abrupto y vertical, determinante para su futuro inmediato como escritor de rango menor y novelista de entretenimiento cinematográfico, diversión y espectáculo. Pero es necesario remarcar que este resultado final de la decadencia respecto a los grandes novelistas de la historia, a pesar del Premio Nóbel logrado políticamente, no es sólo debido a su concepción política retrógrada y neofascista, sino a sus erradas formulaciones teóricas y empíricas de lo que, según él, debe ser la novela. Y precisamente en los ensayos de Vargas Llosa está la raíz del conflicto existencial de él como persona y narrador, impedimento para llegar a ser un novelista cabal, pues ellos no son otra cosa que una reiterada formulación de irracionalidad e individualismo.

El abultado volumen de su tesis universitaria en la Universidad Complutense de Madrid, el ensayo titulado García Márquez: historia de un deicidio (1971) marca el inicio de sus teorías empíricas y de sus enormes errores que lo han llevado a ser una fabricación comercial, un producto del mercado globalizado, de manera alguna un novelista universal. En aquella época cuando Vargas Llosa era, además de novelista novicio, crítico literario en la revista uruguaya Marcha, Ángel Rama, escritor, editor, crítico y ensayista uruguayo, estableció en célebre polémica los desaciertos de las insubstanciales tesis que, según el autor de Conversación en la Catedral, apuntaban a definir “qué es un escritor y especialmente un novelista.” Aquí Rama lo acusa de usar metáforas más que definiciones críticas fundadas y demuele con argumentos precisos el concepto irracionalista de Vargas Llosa, aquella afirmación en la que dice y aún sostiene: “el escritor no elige sus temas sino que es elegido por ellos.” En la polémica Rama insiste en el gran número de incoherencias de la tesis, en los errores de información y en el desconocimiento de gran parte de la obra de García Márquez, acusando a Vargas Llosa de irracional, elitista e individualista, por subestimar el aspecto social en la creación literaria y colocarse de forma velada como opuesto al cambio revolucionario y al progreso de América Latina.

Y no le faltó razón a Ángel Rama, fallecido en el accidente de aviación en Madrid junto a Manuel Scorza, pues Mario Vargas Llosa insistió en sus tesis originarias respecto a la novela y las comenzó a poner en práctica a partir de Pantaleón y las Visitadoras, novelilla de entretenimiento a fin de escandalizar con sexo y prostitución, basada en la acumulación de partes militares “secretos,” memorias, documentación administrativa, cartas y recortes de periódicos, la llamada “materia prima” alcanzada al escritor cómodamente instalado en el hotel de turistas de Iquitos, y por consiguiente, con cero de conocimiento personal y real de la selva amazónica. La producción posterior a esta ruptura con la tradición de la novela, incluidos los variados estilos, descalifica a Vargas Llosa como un grande de este genero literario y lo ubica en la narrativa ligera, la crónica ilustrada y el periodismo de investigación. Peor aún cuando no dándose por vencido, a pesar de las críticas recibidas, insistió, entre otros ensayos, con tres característicos que redondean su tarea de narrador lineal sin mayores aportes a la humanidad, me refiero a tres libros esenciales vinculados a sus tesis erradas respecto a la novela: La Orgía Perpetúa,” “La Utopía Arcaica,” y “La Verdad de las Mentiras.” En este contexto teórico desarrollado por Vargas Llosa se distinguen premisas reiterativas de sus conceptos iniciales, alimentadas con justificaciones de “robos,” “saqueos” “hurtos literarios” de canteras inimaginables en bien de la literatura, en pocas palabras plagios de plagios adornados por la inteligencia y el dominio del idioma del escritor. De allí parte el absolutismo de Vargas Llosa cuando afirma que el escritor debe valerse de todo y “el logro de una novela depende exclusivamente de su forma, no de los temas.”

Una verdadera lástima por lo bien que escribe y lo mal que utiliza Mario Vargas Llosa la técnica para hacer novelas sin trascendencia vital y humana. La tía Julia y el Escribidor, la Historia de Mayta, ¿Quien mató a Palomino Molero? El Hablador, Elogio de la Madrastra, Lituma en los Andes, Los Cuadernos de don Rigoberto, La Fiesta del Chivo, El Paraíso en la otra Esquina, Travesuras de niña Mala, etc. precisamente siguen la teoría de la información, la documentación, los archivos, las memorias, los periódicos; la “materia prima” de Vargas Llosa para producir libros comerciales. Y nos lo dice con toda frescura porque la novela es la forma y no el contenido ni los temas, el naturalismo descriptivo adornado y distorsionado a merced del autor, por el buen decir. No menciono a la Guerra del Fin del Mundo (1981) entre las obras citadas en este párrafo, porque este libro está fuera de la norma y al parecer, fue el último intento de hacer novela aunque muchos críticos señalan un “saqueo” a la obra de los brasileños Joao Guimaraes Rosas y Euclides Da Cunha. En realidad, todo buen escritor es en gran parte autobiográfico y sus novelas capítulos excepcionales de su propia vida intelectual, moral, mística y contemplativa, el copiar ilustrado y ostentoso no cabe en esta nomenclatura. En la primera etapa, Mario Vargas Llosa empezó a ser un novelista, en la segunda termina como un narrador recreativo donde predomina el estilo del ensayista, del analista ilustrado y el periodista de investigación, lugar donde la imaginación, la fantasía, el sueño, no aparecen y el vuelo de la prosa desaparece.

La literatura, poesía y novela, es un proceso imposible de alejarlo de las grandes problemáticas de la humanidad. El tema de la barbarie de la civilización o de la civilización de la barbarie no puede ser eludido; y menos debe criticarse el pasado haciendo abstracción del presente. César Vallejo es el dolor humano transmitido por las privaciones, por las injusticias vividas en el mundo; Pablo Neruda es hijo de América y hermano de los indígenas; en su segunda etapa Mario Vargas Llosa es un hombre no identificado con su nación ni su herencia, es como él mismo explica: “el escritor es egoísta por sí mismo para poder escribir” le faltó agregar soberbio por naturaleza y envidioso por conducta. La intelectualidad, la cultura, los poetas, escritores, ensayistas, pintores, dramaturgos, músicos, constituyen la reserva moral de un país, Vargas Llosa renunció hace tiempo, este Premio Nóbel de carácter político, inmerecido por la literatura, no está en las buenas manos que debieran ni hacen honor a la Academia Sueca, cuya designación este año carece de relativa unanimidad y se halla fuera de consenso.


* Carlos Angulo Rivas ha creado a través de la novela “La danza del “chino” Kenya” una obra comunicativa de ficción histórica, llena de fervor, aventura y definición. Sus libros de poesía “Palabras que el viento ha de llevar” y “Color de Guerra” y su novela anterior “Norte siempre… Norte, han hecho de este autor residente en Canadá un productor literario merecedor de ser leído en toda su amplitud, debido al profundo conocimiento demostrado en relación a la violenta historia de su país de origen. El discernimiento en el tratamiento de su poesía y los temas de sus novelas ocupa un lugar destacado en la literatura actual, el mismo que ingresa en el mundo dialéctico de una infinidad de preguntas sin respuestas. A Carlos Angulo Rivas se le podría considerar, tanto por su cultura como por su producción intelectual, como un humanista revolucionario cuyas raíces vernáculas le dan suficientes argumentos de inspiración, más allá del periodismo con el cual incursionó en sus inicios como escritor.

jueves, 14 de octubre de 2010

Cartas de un sobreviviente de la Rebelión Popular a un renegado de la UP

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de Omar Cid

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Del sobreviviente al renegado…

Pasamos de la tragedia a la comedia.

Y para usted la frase

es un dato más de la causa.

Las hojas caen y vuelven a rejuvenecer;

dormitando con sus barrigas pegadas a la tierra.

A veces, el otoño se eternizaba entre aullidos feroces

de jóvenes con aire vivaracho./ Nadie

se molestó en decirnos que tomarse el poder

-estaba pasado de moda-.

O que era un patrimonio particular

de los Centro Americanos.

Ester Cabrera*, murió sin saberlo.

Pedro Riveros* se habría ahorrado unos cuantos años de cárcel,

si se hubieran tomado la molestia

en informarnos.

Debe ser por eso,

que al distinguirlo con su traje pulcro y aire europeo;

hablando de las bondades del empresariado.

Una imagen, entre varias de otra época

cruzan por mi mente cual zapping,

bajo formato de fotonovela.

Lo (re)-creo barbón y de poncho,

con aire monacal,

citando de corrido

el manifiesto comunista,

desglosado por Althusser;

mientras los proletarios del rincón del mundo,

lo aplauden a rabiar.

Confundo la escena

con un recital de los prisioneros*,

en los albores de 1985.

Pero usted, no es Jorge González,

con su voz marginal entonando

“Es otra noche más/ de caminar/

es otro fin de mes/ sin novedad”

No, usted retoca el cuadro

con su mano izquierda

agitándose en el aire pesado,

del Santiago trémulo

de ese entonces

cual guiño a una postal de Lenin.

Y el tono, es una perfecta alegoría

a la primera declaración de la Habana.

¡Sin duda! un buen actor.

Aunque dicen, se especializó en economía.

Lástima …

Era todo un talento.

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*Esther Cabrera Hinojosa, asesinada el 15 de Junio de 1987, a los 22 años por agentes de la dictadura de Pinochet.

*Pedro Riveros, fue preso político antes de terminar su Enseñanza Media en un Liceo Técnico de la ciudad de Talca.

*Los Prisioneros, grupo musical que estremeció la escena artística con un tema titulado “El baile de los que sobran” verdadero himno de la generación de los 80.

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Bucover

El 21 de noviembre de 1973

bajo el letrero

“La juventud y el deporte une a Chile”.

El balón deambuló de lado a lado,

entre toqueteos y caricias

de un empeine, un muslo.

Contemplo la obediencia de chamaco Valdés,*

envuelto de galerías desocupadas

y camarines atosigados de presos

atravesando las redes del equipo ausente.

Como los que prefirieron quedarse en su casa

colgando los chuteadores

y condenando a su equipo a perder

por Bucover.

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*Mediocampista de la selección chilena y jugador de Colo-Colo.

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Cartas desde la oficina*
Miran con desconfianza

y tienen razón,

he estado con ustedes

desde la operación retorno.

Vi crecer a unos

y envejecer a otros.

Seguí sus procesos

con pasión leguleya.

Conocí sus familias

compartimos el te, el pan.

Nunca entendieron

la revolución

como proyecto cancelado.

Hubo que infiltrarlos

darles el apelativo: terroristas.

Tienen motivos para detestarme.

Y yo,

para estimularlos a conocer

desde muy dentro,

la justicia burguesa.

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*Organismo de inteligencia, creado en los inicios de los gobiernos de la concertación para desbaratar a los restos de resistencia armada.

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Estos poemas se inician con un título que ya es alentador y de alguna manera va a contracorriente del simplismo que parece inundar las letras no tan sólo chilenas. El predominio del internet ha tenido como una de sus secuelas, aparte del gran aumento del lectorado potencial (teórico), una simplificación del texto. Los productos poéticos anfibológicos o ambiguos tienden a desaparecer reemplazados por formas más directas e unívocas, no sólo en la poesía. Por ejemplo, el actual auge de la microficción es impensable sin el internet. Al aumentar cuantititavemente el lado de la recepción, se ha simplificado automáticamente, por la misma dinámica del medio, el mensaje trasmitido o comunicado y la forma que lo vehiculiza.

Fragmento del prólogo de Jorge Etcheverry

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