lunes, 15 de febrero de 2010

Las imposturas de Eros. Autores que representan nueve países de Latinoamérica

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Cuentos de amor en la posmodernidad
Edición y Selección:

Luis Molina Lora/Julio Torres Recinos
Editorial Lugar Común
Ottawa, Canadá, 2009



por Gonzalo Contreras *


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Las imposturas de Eros reúne cuentos y microcuentos de 24 autores latinoamericanos. Como libro es una edición bien cuidada y cumple satisfactoriamente con los objetivos propuestos por los autores: dar a conocer una literatura escrita en español en Canadá.

Como toda muestra también opera dentro de los parámetros de la diversidad y, en este caso, en el contexto acotado del eros o la temática del amor. Tópico que, sin duda, “fluctúa con el modelo cultural y sus variaciones imperantes”, como bien dice Luis Molina uno de sus prologuistas.
Las fluctuaciones que de por sí genera la postmodernidad queda claramente establecida en este volumen y da para un ensayo por las ricas variables que ella ofrece como fenómeno cultural.


Los cuentos de Las imposturas… en general están a la altura de las exigencias que impone el género y sus autores, en su mayoría con experiencia y formación literaria, sacan adelante sus historias con un correcto manejo del oficio. Cualquier otra consideración corresponde, por cierto, a las preferencias o al gusto siempre arbitrario de cada lector.
En esta variedad de estilos encontramos cuentos tradicionales con clímax y desenlace claro, experimentales, violentos, de exilio, con visos de autoayuda, hasta uno de factura futurista como sacado de algún pasaje de Blade Runner.
De la amplia gama sobresalen los cuentos “Té filtrante”, “En el bosque de la China” y “La fellatio y otras dificultades de la economía moderna”. De Pablo Salinas, Felipe Quetzalcoalt Quintanilla y Ramón de Elía, respectivamente. A estos hay que sumarle algunos microcuentos de Alfredo Lavergne.
Los textos mencionados son notables, redondos, ejemplos de lo que debiéramos esperar de todo relato: fluidez, brevedad, contención, ironía y un final certero.
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Pablo Salinas nos hace recordar la prosa de su compatriota, el talentoso cuentista peruano Julio Ramón Ribeyro, un maestro del género. La anécdota de “Té filtrante” es simple: Manuel se ha separado de su pareja y en ese depresivo trance, que trata de afrontar de la mejor manera, se reencuentra con Carlos, un viejo conocido de su juventud, al que traiciona en una oportunidad para salvar su pellejo. La gracia del relato está en que el narrador logra conectar perfectamente los tres espacios en que se mueve la historia: la evocación constante de su relación con la ex, los sucesos que lo llevaron a la traición y el encuentro con Carlos. La trenza discursiva es ágil e inquietante y cierra -ironía mediante- con un final abierto, dándole el toque preciso de misterio. A esto, hay que agregar la efectividad del narrador para contextualizar, en pocas líneas, la pesada atmósfera mental en la que se sitúa y, de paso, enunciar en una pincelada los dramáticos efectos del invierno canadiense: Cada día que pasaba, mientras el invierno de Montreal lanzaba a algunas personas bajo los rieles del metro y a otras sobre las arenas de Miami, yo intentaba alejarme del recuerdo y de Maude: el nombre asociado a ese recuerdo. La situación hace del protagonista un personaje impasible, ausente de todo aquello que no sea su mal de amor. Guardando las distancias nos recuerda levemente al inolvidable Mersault de Camus.
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“En el bosque de la China” de Felipe Quetzalcoalt Quintanilla, la excelencia del cuento comienza por la sugerente ironía del título y el acertado epígrafe --que delinea claramente el territorio del conflicto: el triángulo amoroso. Son tres versos del poema XX de Neruda: De otro. Será de otro. Como antes de mis besos./ Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos./ Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
El relato muestra con mano maestra las complejidades de las relaciones amorosas, cuando éstas se desarrollan bajo las coordenadas de la tecnología (Internet) y la globalización, manifestada –aquí-, en las posibilidades de estudiar en cualquier parte del mundo. El texto es atractivo por su desenfado y la naturalidad con que expresa sus observaciones el narrador, matices que dan verosimilitud y dinamismo a la historia, la que, dicho sea de paso, se enmarca dentro de los límites de cierta picaresca. Los personajes se presentan sin mayores escrúpulos en un triángulo en donde la presencia-ausencia de uno o de otro determina el curso de las acciones. Lo interesante del tema es que nos obliga a reflexionar sobre los cambios culturales producidos con las variables de la postmodernidad. Los patrones conductuales cambiaron drásticamente en muchos ámbitos de la vida en este sentido, es sintomático que el personaje Guannan sea una mujer china, por lo que otrora representaban en el imaginario masculino (la Geisha, por ejemplo). Guannan estudia en Occidente y evidentemente responde a valores más liberales, lejos de los rígidos preceptos orientales. Como tal, ejerce una libertad que parte por disponer de su cuerpo a su amaño. En la historia tiene un par amantes y en los dos encuentra satisfacción. En último término ella es fiel a sus propios instintos. Por su parte los hombres, con un pragmatismo a toda prueba, aceptan la situación con tal de no perder el objeto del deseo. Implícitamente, la máxima que reina en la atmósfera es “sin llorar”, a pesar que en lo íntimo más de alguno sale maltrecho. El amor no perdona a los que juegan con él, dice un verso de Enrique Lihn, quien sabía de estas cosas.
Pero la originalidad del cuento radica particularmente en la relación que hace el narrador entre “la impredecibilidad de las relaciones amorosas” y “el principio de casualidad” planteado por el filósofo Hume y que grosso modo dice: el principio de causalidad sólo tiene valor aplicado a la experiencia, aplicado a objetos de los que tenemos impresiones y, por lo tanto, sólo tiene valor aplicado al pasado, dado que de los fenómenos que puedan ocurrir en el futuro no tenemos impresión ninguna. Pues bien, llegado el momento de los quiubos, el protagonista se aferra a este fundamento para dar vuelta la página, e insistir con ciertas esperanzas en su adrenalítica praxis amatoria.
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En “La fellatio y otras dificultades de la economía moderna”, de Ramón de Elía, nos encontramos con el humor en serio. Lo grotesco, como se sabe, en su sentido original hace referencia a un estilo extravagante y es eso, justamente, lo que nos muestra el relato de Elía. Una relación amorosa extravagante, grotesca, pero ajustada a una racionalidad implacable y que por añadidura se extiende también al plano de la amistad. Los diálogos destilan un humor negro corrosivo, que le dan una vuelta de tuerca al absurdo, encausando “la situación” en una rutinaria normalidad. El recurso parece sacado de una comedia de Woody Allen y funciona bien. Algunos podrán leerlo en clave neoliberal-futurista, pero yo apostaría mi cabeza a que es una práctica mucho más común de lo que se cree.
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Por otra parte los microcuentos de Lavergne muestran con nitidez que proviene del ámbito poético y en algunos de sus textos eso juega a su favor. Mirados en su conjunto, logran que nos hagamos una idea efectiva de ciertos rasgos del imaginario del inmigrante latino. Aquí no hay concesiones, se cuenta la neta y ésta evidencia una vida no exenta de cierto pesar, lejos, por cierto, del mentado glamour del exilio dorado.
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Por su calidad destacan también: “Clones” de Omar Ramos, “El alacrán en su laberinto” de Ángel Mota, “Variaciones de un incipit” de Luis Molina, “La pintora” de Gabriela Etcheverry, “Fantasmas trashumantes” de Carmen Rodríguez, “La duda de Johnny Cash” de Alejandro Saravia y “Tarde en la Playa” de Jorge Etcheverry.

Por último, no queda más que celebrar Las imposturas de eros. En un mundo editorial tan poco propicio a este tipo de publicaciones, se agradecen estas iniciativas que nos permiten conocer a autores tan disímiles y de ámbitos tan distintos. Se necesitan, de veras.
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Santiago de Chile, 14 de febrero de 2010


* Gonzalo Contreras. Escritor chileno (Santiago de Chile, 1958). Estudió literatura en la Universidad Católica de Chile de Valparaíso y Administración Cultural en la Universidad de Santiago. En 1989 obtuvo la Beca de la
Fundación Pablo Neruda, y en 1994 y 2007 la Beca de Creación Literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. En 2005 y 2007, recibe la beca Fomento del Libro del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Ha publicado El frío e impersonal mundo de la poesía, Santiago, Editorial Gil de Castro 1994. Poesía Chilena Desclasificada (1973-1990), Santiago, Editorial Étnika, 2006. Poéticas de Chile / Chilean Poets on the art of Poetry, Chile, Étnika ediciones, 2007 y Obras completas de Claudio Giaconi, coedición Étnica / Editorial Pequeño Dios, Chile, 2010.
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1 comentario:

  1. Gracias, es impresionante. Hola. ¡saludos!
    james

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    James Cockcroft
    Author, Lecturer, Revolutionary
    jcockcro@yahoo.com
    http://www.twitter.com/JamesCockcroft

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