martes, 30 de junio de 2009

Golpe de Estado

(O el antídoto, contra el virus de las asambleas constituyentes)

por Omar Cid
Centro Estudios Francisco Bilbao

Mientras el derecho internacional experimenta una evolución, desde el reconocimiento de los derechos individuales a los sociales y políticos, mientras el mundo genera una institucionalidad como la Corte Penal Internacional y toma conciencia de la devastación del ecosistema.
Entre gallos y media noche, un presidente democráticamente elegido, por el sólo hecho de convocar a una consulta ciudadana no vinculante, ha sido derrocado con la fórmula trasnochada de la sedición militar.
El presidente Manuel Zelaya, fue sacado de su casa, separado de su familia y expulsado de su país en horas de la madrugada del día domingo, ante la incredulidad de los veedores internacionales, convocados para ser testigos del proceso de consulta democrática en marcha.
La respuesta internacional no se hizo esperar, la OEA (con un Insulza timorato y dubitativo) abrió la cesión, el emisario venezolano interrumpió al Secretario General, para informar que en esos precisos momentos la Canciller de Honduras Patricia Rodas y los embajadores de Nicaragua, Cuba y Venezuela en el país en crisis, estaban siendo secuestrados. De ahí en adelante, sólo cabía una postura clara y concreta; restitución del orden institucional en Honduras y que el presidente Zelaya vuelva a su cargo, en el mismo sentido se han pronunciado organismos internacionales como: la ONU y la Unión Europea.
En Chile "La presidencia Pro Tempore de Unasur Michel Bachelet” rechazó enérgicamente el intento de golpe de Estado en Honduras y entregó su más pleno y decidido respaldo al gobierno Constitucional del Presidente de la República, José Manuel Zelaya (Agencia France Press 28/06/2009).
En tanto, la oposición de derecha en Chile, ha sacado una declaración contradictoria y despectiva, Carlos Larraín presidente de Renovación Nacional, manifestó su apoyo al rechazo de la Cancillería a la acción militar en Honduras, pero luego argumentó "a veces un golpe de Estado se justifica cuando en el orden del estado anterior de las cosas, la situación anterior era muy mala, por ejemplo como lo hizo don Ricardo Lagos, cuando las fuerzas armadas venezolanas tuvieron al presidente (de Venezuela, Hugo Chávez) fuera del cargo".(Diario La Tercera 28-06-2009)
Léase, señora presidenta o futuro presidente de Chile, si el golpe es contra Venezuela o cualquiera de sus aliados principales, bienvenido sea -y de pasada- restregó en el rostro del ex-presidente Ricardo lagos, una de sus decisiones más torpes, apoyar la intentona golpista de la derecha venezolana, contra el presidente Hugo Chávez.
Este discurso, ratifica lo que la mayoría de los chilenos ya saben, los grupos conservadores de nuestro país, luego de 36 años de haber propiciado un golpe de Estado no han aprendido nada del significado profundo de la democracia.
Aprendieron de sus equivocaciones, las naciones integrantes de la OEA, el gobierno norteamericano del presidente Obama, sin embargo la derecha patronal, militarista e integrista de Chile, luce con orgullo su sello golpista. En el programa Tolerancia Cero del domingo 28 de Junio, el panelista Juan Eichholz abogado y columnista del Diario de Agustín, argumentó -sin siquiera arrugarse- que el presidente Zelaya, jugó en el límite de lo permitido por la institucionalidad de su país, por tanto, el golpe de Estado era una medida coherente.
Tal como se escuchara en la sesión extraordinaria de la OEA, la historia vuelve a repetirse y los argumentos, por exquisitos que parezcan en bocas de algunos, producen los mismos efectos: persecución, temor, censura, y muerte.

Asambleas constituyentes un virus contagioso

Las constituciones elaboradas luego de largas dictaduras, estaban hechas a la medida de los sectores más privilegiados de América Latina, se trata de cuerpos legales restrictivos, excluyentes, defensores de la propiedad privada y de los negocios por sobre cualquier cosa.
Surge desde distintos lugares del continente la necesidad de innovarlas, es el presidente Hugo Chávez quien inaugura el procedimiento de las transformaciones en 1999, al promulgar la nueva constitución, Bolivia siguió los pasos transformando su cuerpo legal, al igual que Ecuador.
En Chile, la discusión sobre la constitución de 1980 se encuentra en las bases de la lucha contra la dictadura, su votación fraudulenta, sus postulados excluyentes y propagadores del modelo neo-liberal, la convierten en la principal herramienta jurídica, donde la derecha puede escudarse de los cambios que la sociedad chilena necesita.
¿Qué pasaría si la presidenta Bachelet, se atreviera a realizar una consulta nacional sobre la conveniencia o no de cambiar la constitución?
Sin lugar a dudas, la acusarían de colocarse al margen de la ley, recurrirían al tribunal constitucional, pedirían a la corte suprema su pronunciamiento con el fin de entorpecer el libre pronunciamiento del soberano.
Escucharíamos encendidos discursos en defensa de la institucionalidad, nos ahogarían con la teoría de los equilibrios, de la protección del modelo económico, porque cualquier alteración es sólo la vuelta atrás, a ese pasado de ácidos debates, con representaciones minoritarias que lo único que hacen es alentar la división social y levantar problemas que nadie quiere escuchar. Mejor sigamos acá, bajo la protección de un cuerpo legal ordenado y seguro, aquí el ciudadano común y corriente sabe que no tiene qué pito tocar y no se ilusiona, se dedica a trabajar a producir, para que el patrón esté contento y en un gesto de profunda equidad, reparta un bono de producción de diez mil pesos cada seis meses.
Pero si la opción es el riesgo, la tozudez, ya sabemos que uno de los caminos ofrecidos por la alianza de derecha, es la de volver a encontrarnos con el gran antídoto universal contra el sueño de una asamblea popular y constituyente. El Golpe de Estado.

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